Mi Perú

El humo se esparce por todo el distrito, los reclamos no bastan y las muertes tampoco. Las fábricas saludan al vecindario y por si fuera poco, se despiden dejando un regalo plomo.
Ana, una joven estudiante cuyo hermano pequeño cayó enfermo, salía todas las mañanas en batalla con la espesa neblina por medicamentos, esos que cuestan una fortuna y predisponen todo un día completo. Al llegar a casa, su hermano está hambriento, ella se apura en cocinar, él respira un momento ... .tose tose, se queda sin aliento.
Ana brillaba en días grises, sus padres murieron pero tenía el enfoque en su hermano, el estudio, y el día en irse de dicho distrito. Los vecinos la apoyaban, sabían pues, que las fuerzas se evaporan en tanto calor de las máquinas, no iban a permitir que una familia más sea víctima de aquella negligencia. Tratando de darse tiempo para todo, la joven chica busca trabajo, una propuesta de medio día le suena pertinente, sin embargo su pequeño niño, solitario se quedaría, cansada, llega al hogar, alista la cama y frente a ella su hermano dormido la esperaba, recuerda tiempo atrás, cuando llegó en los brazos de su mamá, soltando un grito lo cargó con mucho amor, su carita suave, ropita de algodón, sus ojos chinitos y piel melón. El dolor de su corazón al verlo tan mal, le daba el suficiente coraje para luchar y lograr su pronta recuperación, él era lo único que le quedaba y no iba a permitir que nada le pasará.
Al día siguiente, aceptando el trabajo aunque sin mucha paga, Ana pudo llevar más alimentos al hogar, abrió la puerta, las bolsas se le cayeron, encontró a su hermano en dificultades para respirar, pidiendo ayuda a sus vecinos pudieron trasladarlo a la posta médica, Ana preocupada solo tenía que esperar el informe del doctor, estaba asustada, una vecina que la acompañaba trató de calmarla, aunque imposible, el doctor apareció y soltó la triste noticia, su chinito, de piel melón, había partido de este mundo, a uno mejor.
Desgarrada, en toda la posta los reclamos de Ana se escuchaban.-
—-¿Por qué a pesar de entregar todo mi amor, se lo llevaron?
¿Por qué si estaba dando mi vida? se tuvo que ir…--- desconsolada en el suelo lloraba
Pasando los años, Ana decidió irse del distrito, empezar hacer su vida en otro lugar, pero con la promesa de volver para hacer justicia. Tenía ya 25 años, había terminado sus estudios en derecho, cuando regresó a la cuna de sus dolores, observo de nuevo la misma fábrica que enfermó a su hermano, la fábrica que adornaba el distrito como si fuera un volcán.
Acercándose a un mísero sector, aledaño a la fábrica, aparecieron niños muy delgados con la misma tos que tenía su pequeño hermano, le pedían ayuda a Ana , ella estremecida se dio cuenta que nada había cambiado. Por ello decidió quedarse y ponerle fin a este asunto. Su experiencia de abogada la había preparado para defender aquellos niños, pero sobre todo a sensibilizar con los demás. Juntando a muchas personas entre ellos, padres de familia y jóvenes se organizaron inmediatamente para presentar una denuncia cuya representante Ana, sería la voz. Esta no fue la única medida, se proyectaron en trabajar unidos para que aquellos niños puedan sanar. Pasando mucho tiempo, aún no había cambios, los niños ya habían curado, pero las cicatrices igual quedaron. Ana esta vez, con un grupo juvenil postularon como municipio, ganaron y se comprometieron hasta en dar su vida para ver marchar aquella fábrica que causó tanto daño. Un nuevo lugar, en el que la paz y la esperanza sean el nuevo inicio de una vida mejor , donde la justicia deleita como verdadera vencedora.